Nos desplazamos a ALAS, la escuela de danza de Andrés Waksman, para seguir la sesión de En Residencia con los alumnos de 2º de ESO del Instituto Barri Besòs, el nuestro.
Nuestro profesor Jordi, nos lleva de observadoras y nuestra primera sorpresa, es que al llegar, se nos invita a participar en la sesión, así que nos descalzamos e iniciamos un rondo de calentamiento, que tiene como objetivo crear unidad entre nosotros (hay mucho físico). Nos han puesto por parejas para que trabajemos en equipo.
Dos coreógrafos dirigen la sesión: Linn Johansson que es puro nervio, tiene mucha fuerza vital y se mueve como un Demonio de Tasmania, no para quieta, incita al movimiento, corre, salta, habla, respira….
En cambio Andrés Waksman se mueve como una gruya, sus movimientos son fluidos, suaves, tranquilos, flota sobre el parquet…
Salimos del grupo y nos dedicamos a observar la sesión y a tomar notas…
Les hacen trabajar mucho, insisten en que no se distraigan.
Introducen una actividad: Jugar a conquistar el territorio del otro, cueste lo que cueste. Y una alumna dice: “¿Para qué conquistar el territorio del otro, si es mejor compartir?” Gran reflexión.
Luego les hacen aguantar el peso del miedo y a la vez adaptarse al cambio que el miedo les puede provocar.
Seguidamente, hacen como que están encerrados en un ascensor apretados y tienen que adaptarse a la situación y moverse todos al mismo tiempo, pasando unos por encima de otros.
Es un ejercicio para escucharse entre ellos, para aprender, que es mejor actuar que hablar, el cuerpo también tiene que hablar.
Y por último hacen un juego de concentración “pasar la pelota con la palmada”, es muy común en teatro, lo hacen con sus nombres.
Después con colores y si repiten el mismo color tienen un castigo impuesto por los compañeros.
Al final aparece una frase que nos hace pensar, la dice Linn Johansson: “Quien juega al juego, el juego lo juega.” Tres días después, aún le estamos dando vueltas a la frase…
Salima Ennahi y Alba Carrillo.
Ins. Barri Besòs. 4º ESO (Artes Escénicas).